Según yo;  yo tenía «una buena relación con mi cuerpo”. Pero uy, cuánto me costaba ponerme camisetas sin mangas. 

Mi cuerpo me las pedía, porque vivo en una ciudad muy caliente; pero yo se las negaba. A pesar de que mi cuerpo pudiera considerarse “delgado”, mis pensamientos no siempre iban con él. 

En mi cabeza; se me había instaurado la creencia de “mis brazos no son tan delgados como en resto de mi cuerpo, no me combinan”. 

Wow, hoy puede decirte que la mente puede ser tu mejor amiga o tu peor enemiga. Y que tiene una creatividad espectacular para inventar historias distorsionadas. Por dicha; a la mía la hice mi mejor amiga hace ya mucho tiempo. 

Pero antes de eso, me creí muy bien el cuento de que mis brazos no eran lindos  y por ende no me gustaba usar camisetas sin mangas porque exponían mi “gran debilidad ante el mundo”.

Un día estando en un cumpleaños infantil, había un sol tan fuerte que llegué a odiar el hecho de estar vestida con camisa con mangas. Me di cuenta de que una historia en mi cabeza me tenía en un lugar oscuro; sufriendo innecesariamente. 

Y dije “al carajo con este tema” mis brazos son mis brazos; hacen cosas extraordinarias por mí. Y si me piden vestirlos con camisetas sin mangas lo haré. Y así fue. Desde ese día me puse camisetas sin mangas y boom  varias cosas pasaron con mis brazos. 

La primera es que cuando estaba en una tienda; la chica que me cobra me dice “Qué lindos que son sus brazos”…. Y yo: “what”

Y la segunda pasó algunos años después de que acepte mis brazos de corazón.

Después de años de creer que mis brazos no combinaban con mi cuerpo, que no eran notificados, que no eran musculosos a pesar de que levanto mucho peso y etc. se empezaron a notificar. Es como una plantita. Cuando dejé de juzgarlos y empecé a hablarles lindo; boom  mis brazos empezaron a florecer.